A priori, parece una cuestión sencilla de responder, pero para captar la esencia que define la personalidad de un puro y las sensaciones que nos provoca debemos fijarnos en cómo actúa en dos de nuestros sentidos: el olfato y el gusto. Antes de detallar qué notas aporta cada cual debemos advertir que cada uno de nosotros percibe el sabor de forma diferente. Como dice el refrán, “en cuestión de gustos, no hay nada escrito”.

El sabor se obtiene a partir de la combinación de tres elementos físicos: la lengua, los senos paranasales y el paladar. Cada uno aporta información y matices que el cerebro se encarga de procesar para enviarnos señales sobre si lo que estamos saboreando es de nuestro agrado o cumple con nuestras expectativas.

Las papilas sensoriales que se encuentran en la lengua detectan los siguientes tipos de sabores: dulce, salado, amargo, ácido y umami. El dulce es la nota predominante de los puros palmeros como KOLUMBUS, que se caracterizan por su sabor floral, con notas a vainilla y romero, y recuerdos a frutos rojos, nuez moscada y cedro, características que vienen definidas por la propia naturaleza y la tierra volcánica donde crecen nuestras plantas de tabaco en La Palma.
La lengua también puede percibir factores como la temperatura o la sequedad, que son elementos importantes en la cata.

El siguiente son los senos paranasales, un conjunto de ocho cavidades alrededor de la nariz que influyen en el olfato. Al contrario que la lengua, este sentido puede detectar cientos de matices. Respecto al sabor, para captar el carácter de un puro no basta con olerlo, sino que debemos direccionar el humo desde el fondo de la boca para que ascienda a través de los senos paranasales y exhalar por la nariz. Este es el método perfecto para sentir toda su complejidad, pero si no se ha probado nunca, se recomienda empezar por un puro suave hasta dominar esta técnica.

El paladar es el tercer y último elemento que entra en escena y es donde se concentra el retrogusto o el sabor que permanece en la boca una vez la lengua y los senos paranasales han realizado su trabajo. Cuanto más perdure su esencia, de mejor calidad será la vitola, aunque debemos tener en cuenta que algunos sabores como el café, el cacao o el regaliz tienden a ser más protagonistas en nuestro paladar.